El fin de semana salí en lo que, supongo,
hoy en día denominaríamos una cita.
Entre cervezas comenzamos la usualmente
tediosa rutina del: “¿A que te dedicas?, ¿que estudiaste?, ¿perros o gatos?,
etc. etc. etc.”. Esta muchacha en cuestión, no obstante, me metió una variante
que debo confesar, me sorprendió y agradó mucho. Me preguntó: “¿Si pudieras
pedir un deseo, hoy, ahora en tu vida, que pedirías?”
Ahí me di cuenta que la cosa podía llegar a
caminar. Por lo que empecé a acariciarme lentamente la barba (señal universal
de que uno está meditando…obviamente), solo para generarle expectativa, porque
ya sabía perfectamente mi respuesta.
-“Bueno”- comencé. La muchacha se acercó al
borde de su silla y redujo la distancia entre nosotros viéndose innegablemente
interesada en lo que estaba a punto de decir.
-“Me gustaría tener enanos”- La muchacha
dio un respingo hacia atrás. –“Pero no una manada ehh. 8 o 9 nomas”- “¿Me estas
tomando el pelo?”-Preguntó ella.
-“No, no déjame que te cuente”- Y ahí
comencé a emocionarme con mi propio relato, gesticulando quizá un poco más de
lo necesario, y puede que un porrón de cerveza se haya o no caído sobre su
regazo. No está muy claro y no tengo con quien corroborarlo en este momento.
“Yo quisiera poseer 8 o 9 enanos, no solo
tenerlos, sino que sean mios. Así como los gringos poseían esclavos negros
¿viste?”- La muchacha se mordió el labio inferior y roleo los ojos.
“Si si”- continué cada vez más excitado.
–“tendría 9 enanos esclavos, pero solo con una función”- La muchacha empezó a
colocarse su abrigo.
“Les pondría a todos un bowl en la cabeza y
los dejaría libres por mi depto, con la condición de que siempre caminen en
direcciones azarosas”- La muchacha se levantó. Por lo que intentando
salvaguardar la situación elevé mi voz para que no se quede con curiosidad de
como terminaba el relato: “¡¡¡¡¡y cada enano tendría un tipo distinto de dip o
salsa!!!!!"
"¿¿Entendes?? Vos solo tenes que tener
una criollita en la mano o unos nachos y cuando pasa uno cerca, ¡¡ZAS!!,
¡¡metes la galletita!!”- Pero la muchacha ya se había ido y estaba pidiendo un
taxi en la calle de enfrente.
-“¿Que tipo de salsas?”- Me pregunto una
moza mientras se sentaba en la mesa y limpiaba el asiento que había abandonado
mi cita de la noche.
En fin, todo esto era para llegar a la
siguiente reflexión personal: ¿Que exigentes estamos todos, no?
Pedro Gomez Goldin
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