domingo, 17 de julio de 2016

Noche de Plata, y Fallos.

Domingo. Técnicamente ya era lunes.

Me despertó el sonido de una trompeta.

Diría que estaba sobresaltado, pero sería una mentira. Rara es la ocasión en la que no me desvelan pesadillas. Asique despertarme repentinamente es algo ya frecuente. Lo que sí me asustó no obstante, fue la enorme cantidad de personas alrededor de mi cama.

Intenté prender la luz, pero los interruptores no funcionaban. Podía escuchar ese murmullo de mil conversaciones sucediendo en simultáneo y una música de fondo que parecía ser algún tipo de jazz instrumental.

Las ventanas estaban abiertas, dejando entrar un frío que me pegó en los pulmones y teñía el departamento de un color plata, característico de esas noches en donde la luna pareciera hincharse de estrellas, nubes, o vaya a saber uno qué cosa.

Cuando pude acostumbrar mis ojos a dicha luz, noté que quienes estaban a mí alrededor, festejando algún tipo de fiesta, no eran los dioses que tan frecuentemente me visitaban para gastarme bromas, dar enseñanzas o acaso compartir cervezas y carne cruda. No. Mi departamento, esta vez, estaba repleta de demonios.

Ellos no se inmutaron con mi presencia. Seguían charlando y bebiendo de vasos que contenían un líquido negro como el petróleo, ignorando cualquier tipo de decoro por mi espacio o incluso el horario. Intenté agarrar algo de ropa del ropero, pero un demonio con aspecto de sapo gigante estaba teniendo una agitada conversación con la puerta del mismo. No me atreví a interrumpirlo y procedí al living, para ver quién era el responsable de invadir mi espacio a esas horas de la noche, o acaso la madrugada.

En el pasillo hacia el living, una diabla de ojos grises me agarro del brazo y me miró fijo. –“Te voy a regalar todos mis defectos, pero ninguna de mis virtudes. Voy a masticarte y escupirte como a un chicle. Y me vas a rogar volver a ser masticado”- dijo.

Quise responderle que le agradecia, pero no quería vivir esa situación, pero antes de que pudiera musitar palabra, otra diabla se hizo presente; empujando a la primera.

Esta tenía un aura dorada y ojos azules como el océano. –“Yo te voy a convencer de que soy tu salvación. Aquella a la cual buscas”-Dijo adquiriendo un aspecto cada vez más angelical. “Tomaré todos tus miedos y los curaré”- Continuó.

-“Y Luego los reemplazaré por otros mucho peores”- Concluyó, volviendo a su forma original, o acaso una mucho peor.

Con lágrimas en los ojos me forcé a salir del pasillo y entrar en living. Pero allí, recostada contra la pared, me esperaba una tercera.

Con ojos verdes y labios color carmesí. -“Yo soy perfecta”- me susurró con un beso en el oído. -“…pero cuando llegues a mí, estarás demasiado roto para poder disfrutarme”- confesó mientras lágrimas surcaban sus mejillas escarlata.

Mis órganos internos se vaciaron como si alguien me hubiese prendido una aspiradora dentro, obligándome a caminar encogido, dado que el pararme derecho me resultaba extremadamente agobiante.

El living era mucho peor de lo que me imaginé. Nunca creí posible ver tantos individuos en un solo espacio físico. Y eso que me he tomado el subte a las 5 p.m.

Sin saber demasiado bien que estaba buscando, encaré para la puerta principal. Tenía que salir de ahí. Cuando tenía mis manos sobre el pomo de la puerta, la música se detuvo abruptamente y todos los presentes se voltearon en mi dirección. Jadeando, gruñendo y siseando.

Cerré los ojos esperando que se abalanzaran sobre mí, pero un individuo los detuvo con un leve movimiento de su mano. Era alto, de rasgos finos y extremadamente delicado en su andar. Los demonios se arrodillaron cuando él empezó a caminar hacia mí.
Cuando me concentré en él, caminaba hacia mí, completamente desnudo, cubierto por dos gigantescas alas negras. Luego pestañee y estaba prendido fuego, con ojos que destellaban como el sol. Pestañee por tercera vez, y en esta ocasión el Diablo se veía exactamente igual a mí, solo que infinitamente más hermoso. Abrió la boca, y lo escuché hablarme con mi voz.

-“Te voy a dar tres regalos”- dijo mientras ponía las palmas de sus manos en mis mejillas.

Intente decirle que no quería nada, menos de él. Quise gritarle a Odín que viniera a ayudarme, pero la voz se me quebró en el intento. Deseaba mirar hacia otro lado, pero sus ojos, que también eran los míos, no pestañaban jamás. Acaso se entrecerraban de una manera seductora que me obligaba a sostenerle la mirada.

-“¿Por qué están en mi cas…?”- Llegué a musitar, antes de que sus manos me sacudieran la cabeza, obligando a callar.

-“El primer regalo será la confianza. Voy a concederte el don de ganarte la confianza y respeto de tus amigos, familiares, colegas y conocidos”-dijo entre sonrisas de dientes demasiado blancos y afilados.

–“Solo para que cuando sus corazones estén inundados de fe en vos pedrito, los decepciones de manera estrepitosa”.- escupió venenosamente.

En vano intenté zafarme de su agarre.

-“También voy a darte fuerza y tamaño”-continúo. –“Pero en verdad no te servirán como escudo alguno en esta vida. Y cuando tu pequeña canción toque la última nota, te voy a estar esperando en una habitación: demasiada angosta para que puedas sentarte y demasiado baja para que puedas estar parado. Y yo voy a estar ahí. Mirándote”-dijo mientras sus ojos parecían adquirir un matiz de éxtasis.

-“¿Pero qué te hice yo? ¿Por qué? ¿Qué haces acá? ¿Quién es toda esta gente? ¿Por qué voy a tener que ir al infierno?”- le contesté desesperado, intentando zafarme nuevamente de su agarre hercúleo.

-“Finalmente”- Me interrumpió ignorando mis lamentos.

-“Voy a permitirte que continúes percibiendo magia en el mundo. Voy a dejar que sigas viendo Dioses y que entables su amistad. Voy a concederte la llave que abre todas las puertas de este universo: vas a ver colores que existen solo para vos, historias que nadie escuchó, reflexiones impensadas, sentimientos no encontrados. Experimentaras amores de profundidades imposibles y sueños que contrastan con el mismo paraíso.” – dijo mientras finalmente me soltaba la cabeza, y me peinaba con su mano, que aún tenía mis propias cicatrices, lunares y gestos.

Se dió la vuelta y cuando empecé a relajarme, dejando que aire fresco entre en mis pulmones, volvió a virar y susurro en mi oído de manera casi dulce:-“pero nunca nadie te va a creer lo que ves. Nadie va a escuchar a los dioses más que vos, y van a pensar que cuando lo cuentes estás haciendo un chiste, o acaso completamente loco. Los sueños serán impresionantes sí, pero los olvidaras de manera instantánea al despertarte, sintiendo cada día que algo te ha sido arrebatado. Sentirás amor como nadie, es verdad. Pero nunca te será correspondido. Las canciones e historias te enmaravillaran sí; pero carecerás de cualquier habilidad para compartirlas con nadie.”- concluyó.

Cuando terminó de decir estas palabras pestañé nuevamente y mi departamento estaba completamente vacío. Yo me encontraba aún de espaldas contra la puerta de mi departamento, cuando el viento que entraba de las ventanas aún abiertas se llevó 3 plumas negras que estaban en el medio del living. Pude ver además, al final del pasillo, una lágrima que se estaba evaporando en la madera del piso.

Si bien sé que me es imposible que esta historia sea jamás creída; mucho menos tomada en serio, el diablo esta noche cometió un error garrafal.

Me maldijo, sí.

Y me explicitó que nadie nunca jamás me creería: que acaso me tomarían de chiste o de loco. Pero lo que no dijo, lo que se olvidó de mencionar, es que no pudiera intentarlo.

Así que eso es lo que voy a hacer. Ya sé que voy a fallar. Que así sea.

Igual, voy a intentar. Voy a intentarlo todo.

Buenas tardes.

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